Mentirás al volver de un autojumble
Valeria Beruto - 19/03/2010Así dice el octavo mandamiento de los coleccionistas. Inevitable, ineludible, incorregible: nadie nunca sabrá el verdadero valor de las cosas compradas en un autojumble. Y menos que menos las mujeres de los coleccionistas. Algunos le sacan el 30% del valor. Los más provocadores, le restan hasta el 80%. Es curioso, intentan hacer creer que a ellos casi les regalan objetos de colección, acaso por carisma. Lo cierto es que Luis esa tarde tenía un autojumble que por nada en el mundo se perdería. Por esta razón notificó a su mujer, Inés, con varios días de antelación para evitar cualquier tipo de conflicto. Aunque… a medida que los años pasaban, este tipo de programas generaba menos cuestionamientos. Prefirió no indagar en el por qué.
Desayunaron temprano compartiendo el diario. Los retoños dormitaban, extenuados luego de una ardua noche de boliche. “Vos hoy tenés esto de los autos, ¿no?” quiso asegurarse Inés. “Sí, sí. En un rato salgo para allá. Va a haber puestos de comida, así que no me esperes a almorzar”, contestó Luis. “Fantástico”, pensó Inés tratando de disimular una leve sonrisa que se filtraba en su comisura labial.
Luis arrancó la Bertone y juntos partieron, primero despacito para no exigirla en frío y luego “tirando cambios”. Por su parte, Inés arrancó el Honda Civic y partió hacia el Shopping.
Al llegar al predio sintió cierto desagrado al ver que la feria estaba bastante poblada ya. “Nunca es temprano para un fanático”, reflexionó y se dispuso a sumergirse en el maravilloso mundo de los tesoros perdidos. Pasaría las siguientes seis horas en ese lugar tocando, examinando, preguntando, charlando, comprando.
Inés conocía a la perfección las mejores alternativas para estacionar en el Shopping, conocía cada rincón, cada entrada de proveedores, cada salida de emergencia… no faltaba nada: ella, el Shopping y su tarjeta de crédito.
Luis desfilaba entre los stands con la ligereza fingida de quien no quiere demostrar que está para llevarse todo a cualquier precio. Sus ojos se clavaban en los laterales para no perderse detalle. Con desdén miraba lo exhibido, levantaba algún escudo o mascota y preguntaba su precio como si comprar tal objeto jamás pudiera estar ni remotamente en sus planes. Era indudable que parte del programa era su performance, su puesta en escena. Por supuesto que los “autojumblistas” están acostumbrados a un desfile permanente de estereotipos: el ansioso que pasa rápido y quiere más de lo que puede, el que va comentando todo como si tuviera un programa de radio itinerante, el que mira de reojo para no delatar su codicia, el que se toma tooooodo el tiempo del mundo para analizar cada tornillo, el que pregunta mucho y no compra nada, el que llena de migas el stand con un obsceno sandwich de salamín, el que mira extasiado todo y no puede salirse de su alucinación para sacar la billetera y comprar algo, el adicto al trueque… en fin, tantos como pueden imaginarse.
Inés por su parte, estaba próxima a aprobar el test de Cooper mientras recorría los pasillos del Shopping. La cartera pegada a la axila y el frenético taconeo. Los percheros con las prendas ordenadas por color y el perfume de cada local la invitaban a creer la fantasía que el lugar proponía.
Luis tomó un faro Scintilla. Era una muy buena pieza. Mientras la levantaba se regodeó pensando “si mi mujer estuviera aquí me diría -¡¿¿¿esa porquería te vas a llevar???!”. Sonrió. Inés no estaba para detener esa transacción. Un papel de diario y una caja de alfajores cubrieron el valioso objeto.
Inés miró la vidriera de Lázaro y sintió que se estaba enamorando nuevamente. Era color negra, en cuero croco con detalles en charol para los ribetes y herrajes cromados. En el interior tenía un espejito en el bolsillo que hacía juego con la cartera. Era elegante y sobria sin ser acartonada. Definitivamente chic. ¡Y qué mujer de su edad no añoraba ser chic después de ser flaca!
Era muy cara la cartera. Tanto que firmó el ticket de la tarjeta tratando de no mirar las cuatro cifras que se repartirían en infinitas cuotas. Iba a seguir pagando la cartera mucho después de que se dejara de usar el croco. No importaba, respiró hondo y autografió el papelito termosensible como si fuera una estrella. Después de todo, esa cartera casi la convertía en una luminaria.
La hora de almorzar sorprendió a Luis mientras charlaba con dos amigos del club sobre el reglamento de velocidad y sin decirlo se fueron acercando a un puesto que vendía choripán y morcipán. Debe haber sido el particular sonido de la grasa quemándose sobre la parrilla lo que los atrajo como zombies.
Para Inés la elección era sencilla: tarta con ensalada en un café bien femenino. De esos que las mujeres adoran y sus maridos tildan de “mariconada”. No sólo disfrutó del almuerzo, de estar sola, de las exquisitas masitas que acompañaron el cortado sino además de las revistas de moda y la entretenida conversación con el mozo gay.
La tarde transcurrió para ambos paseando, mirando, evaluando y de tanto en tanto comprando. En el score final Inés anotó cinco bolsas con prendas envueltas en papel de seda y perfumadas con distintas fragancias, y Luis dos bolsas de supermercado y dos cajas de cartón, la de los alfajores y otra de vasos descartables.
Camino a casa Inés llamó a Luis para saber cómo andaba y qué tal le había ido. “compré un par de chucherías, no había mucho”, minimizó Luis. “Ah, yo igual, estaba todo carísimo, yo no sé quién les va a comprar algo con estos precios ridículos, están locos”, dramatizó Inés. Ni bien cortaron ambos planearon la logística de los bultos: éste va para la oficina, éste lo dejo en el auto, éste lo subo rápido al cuarto y éste lo congelo un par de días y cuando lo saque le digo que lo tengo hace mucho tiempo.
Llegó primero Inés a la casa y se puso a preparar un té-cena. Al ratito escuchó el motor alegre de la Bertone y entró Luis con una caja de alfajores esparciendo ácaros. “Gggggghhh, ¿qué es eso?” Un farolito para la Bugatti, estaba regalado, el tipo no sabía lo que me estaba vendiendo. “¿Qué es esa bolsa?”. «Una cartera de liquidación, una ganga.”
Esa noche, al irse a dormir, luego de darse el beso de las buenas noches, cola con cola, Luis sonrió pícaramente y pensó “Dios le conserve la inocencia”. Inés, en cambio, presagió: “la próxima voy por las botas que hagan juego”.
Fecha: 19/03/2010
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cinturonga
Estimada Valeria,
excelente relato por desgracia. O Luis es muy «bocón» y contó sus mañas o somos muy evidentes. Creo que esta última puede ser la mas acertada, por desgracia y aplica al coleccionismo en gral. Conozco muchos casos de beneficiencia, de gente que se desprende de objetos invaluables solamente porque alguien les cae bien.
Un cariño grande. Cintu.
ALTA PERF0RMANCE
Es increible, lo que el coleccionista tiene que trampear para que la mujer no chille.
Un amigo, quien perdia el sueño por un par de faroles de Cadillac 30, que estaban a la venta en la Feria, y ya no podia ni incrementar su coleccion,ni blanquear ninguna compra mas, tuvo una brillante idea, para declarar esa compra.
Le comento a su Sra. que habia una rifa de esos faroles que tanto le gustaban e iba a comprar un nro. y su mujer estuvo de acuerdo.
Fue asi, que encargo a la Imprenta un talonario de 100 nros. de la supuesta «rifa de los faroles». Dia a dia, se encargaba de recordarle a la Dios (Oh diosa! , sin hache y todo junto) que la rifa seria el proximo Sabado y «ojala me los saque , ya que me gustan mucho». El Sabado consulto la Loteria, se quedo con el nro. que habia resultado ganador, tiro los 99 restantes y rato despues aparecio con el taloncito a su casa, loco de contento porque se habia sacado el premio que tanto anhelaba.
¡Viva la Autojumble!
550spyder
Con mi mujer es sencillo, decidi no mentirle. Solamente evito un tema de denominacion de billete.
Yo le hablo en dolares y ella entiende en pesos.
Prohibido aclarar que oscurece
Daniel
Nos deschavaron, yo le saco el 50 % y le digo que era una ganga, que en realidad vale el doble, y se queda contenta de lo buen negociante que soy. cuac!!!
eduardo lavore
primero muuuuuyyyyyyy buena la nota !!!!!!!!!!
muy real !!!! y lo digo con conocimiento de causa , mis amigos y conocidos hacen e inventan todo tipo de triquiñuelas no solo con las piezas , si no con los autos tambien ……..
yo particularmente no tengo problemas de ese tipo , mi mujer me acompaña en todo esto , lleva las cajas de lo comprado en autoclasica en su auto ( ya que en el mio al tercer dia no entra mas nada ).
tambien me hace las tranferencias , verificaciones , cambios de motor etc etc, de todos los autos( ya una entendida en todo el tema papelerio de los clasicos ) , lleva piezas a cromar ,llantas a pintar etc etc, compra piezas por e-bay en las subastas cuando no estoy ………..lleva alguna auto al autodromo cuando participo con dos coches distintos ……………
en fin me da un mano muy grande
creo que esto es porque ella me conocio con esta «droga» y el problema del relato de esta nota se le presenta a los » nuevos entusiastas o coleccionistas «. empiezan a dedicarle tiempo a los autos y sacarle tiempo a ellas ,y ahi se arma y luego si uno paga una cifra disparatada por un insignificante jueguito de marchal fantastic para la parrilla de su 404 ,ni hablar , divorcio en puerta.
saludos a todo el staf , siempre un gusto leer las notas .
eduardo .
Lao Iacona
Valeria querida; Impresionante! Me sentí hablando en varias partes del relato. Voy a dejar algo asentado en defensa de mi estimado Luis: cuando las carteras, billeteras y joyeria ya son historia, o porque se regalaron, pasaron a mejor vida o fueron a Cabildo 2114 a ser canjeadas por efectivo, la Automobilia sigue ahi, con sus ácaros y absolutamente «valuada». Hoy en día en Argentina es algo que los economistas aun no han descubierto: invertir en Automobilia, que es un negocio redondo.
Lao.
Criself
ME ENCANTO LA NOTA ME SENTI IDENTIFICADO TOTALMENTE. A VECES SIENTO QUE TAMBIEN ES UN POCO AL REVES, QUE ESTAN ESPERANDO UN AUTOJUMBLE PARA PODER BLANQUEAR ALGUNAS COMPRAS QUE HICIERON ELLAS Y NO NOS ENOJEMOS NOSOTROS.
MI ESPOSA CADA VEZ QUE LE CUENTO QUE ME COMPRE UN AUTO ME PREGUNTA ANDANDO O EN UNA CAJA? Y SI NO ESTA ANDANDO NI SALE A VERLO.
UNA COSA QUE APRENDI DE MI VIEJO ES QUE SEA HAY QUE DARLO A CONOCER UNA VEZ QUE EL HECHO YA ESTA CONSUMADO SINO SIEMPRE HAY UN PERO, Y UN DESTINO MAS IMPORTANTE PARA LA PLATA.
CUANDO ERA CHICO UN DIA VINO Y LE DIJO A MI MAMA, PARA MAÑANA PREPARA UNOS SANDWICHES QUE VAMOS AL VELERO.. MI MAMA CONTESTO: QUE VELERO?
A NO TE CONTE NOS COMPRAMOS UN VELERO.. JEJEJEJE
SALUDOS CHIQUITO.
javier
Valeria:
Ante todo felicitaciones por tu relato, si muchos de nosotros nos identificamos es porque es totalmente verdad.
Por otro lado, creo que el hecho de mentir en las cosas que uno compra o no comentar a sus mujeres va más allá de conseguir un farol, tengo amigos que compraron autos…….importantes y sus mujeres no sabían ni saben nada, je…..pero hay que reconocer que todo esto es porque uno lleva adentro una pasión, como la debilidad que las mujeres tienen por la ropa, los hombres la tenemos con los autos.
Espero que mi mujer no salga a Valeria sino estoy al horno, je.
Mike
«Mentime que me gusta»… qué relato tan real y que solamente una mujer «metida» en el ambiente sabe contarlo así, las debilidades de ambos bandos!!! Muy bueno Valeria ahora me generás una duda, vos con qué te tentás más: en el Autojumble frente a un stand con insignias, otro de miniaturas, carteles enlozados, indumentaria «racing» o bien frente a las vidrieras de Zara, Hermes o Gucci?
Sandra Beruto
Ya que todos los comentarios son de varones…tengo la obligacion moral de dar la version femenina del caso. En mi caso, mi marido no es coleccionista ni nada parecido…pero yo soy bastante adicta a las compras en «Ferias». Me senti muy identificada en la parte que «congela» lo que compró jajaja!!! Yo uso varias técnicas al volver de compras…pero nunca las sabran!!!!
Pilip
una literatura impecable propia de mi distinguida amiga!!! y no puedo dejar de manifestarles que la visión femenina tan perfectamente detallada y la cual logró que de una humilde sonrisa pasara a la risa durante la lectura, no se circunscribe solo a este ambito. Sres. fanáticos sepanlo!!! porque hacemos estas cosas siempre…….a esta altura debemos decir que poseemos ese don!!!jaja
Prof. Cinturija
Querida Valeria, fabuloso tu relato. Indiscutible. Una obra maestra! Con conocimiento de causa! Es mas estoy en condiciones de asegurar que solo puede describir esto con la precisión que lo hiciste, alguien que siente la misma pasión por la la biyu de autos que su marido. Solo tenes que reconocerlo.
Comparto con Lao (El otro Schlumpf). Las carteras terminan regaladas o muy lejos de la imagen glamorosa de la publicidad de Gucci.
Como autojumblista me encanto la descripción del público que se acerca a los stands con el sanguiche de salame.
Y cuento una de las tantas anegdas que tengo.
Me paso en la rural en una expo, que un tipo vino agarro un libro, se apoyo en una “colugna” y lo leyó todo. Si todo! Cuando nos dimos cuenta con Quintana que iba promediando la mitad, decidimos dejarlo por capo!
Luis, tengo unas cositas para regalarte, cuando quieras pasa!
Raul Cosulich
Valeria, como siempre magnifica la nota, espero que Luisito inscriba su Bertone en el Radunno del Club Alfa el l7 de Abril donde un grupo expertos jurados, grandes conocedores de la marca van a otorgar los premios.
Una vez mas felicitaciones a los responsables de Retrovisiones por el ameno y variado contenido de la pagina.
Marcelo
Muy bueno Valeria, te felicito por un relato muy ajustado a la verdad.
TREBOLINO
Hola Vale. Muy buena tu historia. Te cuento lo que hace Trebolino y jamas tengo un problema con mis mujeres. Siempre blanqueo mis compras. A mis mujeres (ya no se por que numero voy) nunca les escondo nada. Ej. gasto 30 en un clasico, le regalo el mismo importe (30) para que ellas no se sientan celosas. De esta manera ellas siempre estan presentes cuando hago la operaciones y cuando se van de la casa, no les tengo que dar la mitad de mi clasico, ya que «esa mitad» se la regale cuando compre el auto. Y te digo que a mis mujeres las cambio bastante seguido. De esta manera ellas se van contentas con sus pilchas y me quedo con los clasicos en la cochera.
Un beso .
Romina
Ay ¡que sorpresa! encontrar aqui a mi galan,mi gran amor…. Trebolino. Si Valeria,creele que es tal cual lo cuenta. La vida me dio en suerte, ser una de esas (mujeres) agraciadas por el destino. Recuerdo entre otras compras, me toco acompañarlo a buscar la Bugatti. Despues de embarcada la Bugatti,mi galan cumplio, me llevo de compras. Te podras imaginar Vale, me traje tooodooo de Francia, pero devolveria cada dolar que me regalo, por compartir mis dias con «Trebo».
Otra que te puedo contar, es la oportunidad que lo acompañe a comprar una 300 SL, y me pregunto si me gustaba, le dije que el gris no era un color de mi agrado, con el cheque lleno en la mano, deshizo la operacion. El vendedor me quiso sobornar y hasta me insulto. Ojo, no todo eran clasicos de miles de dolares, pero Trebo cumplia, cuando adquiria algo para su Garage como motos, carteles, surtidores o pedals cars, a la salida de cada operacion, aparecian los U$S en mi cartera o mi cuenta corriente como por arte de magia.
Te dejo un «chick» Vale.
Lo que èl no sabe es ¡CUANTO LO AMO!.
Mariana
que relato tan lindo!!! super detallado.. Interesante Ines, es linda «la vida de Shopping»-
pero que hermoso es ver las cosass q hay en «autojumble»…
sin duda alguna hay cosas q solo las tenes una vez, como un paseo de «marcas y valor» q no es exactamente el shoop—-